Descripción
Exquisito y refinado centro de mesa japonés, del periodo Meiji (1868-1912), realizado en bronce, delicadamente trabajado con incrustaciones planas de plata y esmalte y asas de dragones. El cuerpo central reposa sobre una base dividida en cuatro patas, todo ello finamente cincelado e incrustado en plata, representando flores, aves y distintos motivos que enmarcan los anagramas que simbolizan la felicidad y, según creemos, la firma del autor. Destacan las dos asas de los laterales, son dragones enfrentados, prácticamente exentos que siguen el prototipo de dragón oriental, con tres garras y la boca abierta en actitud amenazante. Incrustaciones de plata que simulan las escamas y aportan realismo. Es en estos dragones donde principalmente se encuentra su componente exótico, pues se trata de un animal fantástico de gran relevancia en algunos de los países del sudeste asiático, y se encuentran continuamente en sus manifestaciones artísticas. Si bien este animal en Occidente es considerado un ser malvado y destructor, en Japón es símbolo de sabiduría, poder y protección.
Corresponde al periodo Meiji japonés. Este episodio en la historia de Japón tiene gran relevancia pues es el momento en que el país se abre comercialmente a Occidente, además de vivir un profundo proceso de modernización. La apertura comercial de Japón supuso la llegada de estampas, porcelana y todo tipo de piezas de artes decorativas, exportando así el gusto y formas japonesas. El exotismo de este arte encandiló al público occidental y sus artistas, cuyo arte se empezó a ver influido por estas formas. Las piezas procedentes de Japón y aquellas con influencias orientales comenzaron a ser altamente valoradas por su producción refinada y exótica. Dicho periodo fue determinante para las artes decorativas.
Una pieza imprescindible para un coleccionista exigente y amante del arte antiguo asiático.