Descripción
Exquisita pintura de Léolaf, nombre artístico de León Lafourcade, artista de origen francés activo entre los siglos XIX y XX. Participó en diversas exposiciones, algunas en el Salon des Artistes Indépendants. En ella se representa una escena ecuestre de jinetes en plena carrera, capturando la energía y el dinamismo del momento. Se aprecia un uso expresivo de la pincelada, con trazos sueltos y fluidos que sugieren movimiento y velocidad, especialmente en el fondo, con un acabado difuso o etéreo. La atmósfera nebulosa contribuye a esta sensación. Los jinetes visten la característica chaqueta ecuestre de color rojo y el casco de equitación. Por su parte, los caballos se encuentran todos en pleno salto, creando una amplia sensación de dinamismo.
Las carreras de caballos se convirtieron en eventos sociales de gran prestigio, uno de los pasatiempos preferidos de las clases elevadas de la Europa del momento. La élite utilizó este tipo de eventos para exhibirse y entablar relaciones. La alta consideración y el dinamismo de este tipo de eventos hizo que se convirtiese en un tema atractivo para artistas como Degas, Théodore Géricault, Meissonier, entre otros. En este caso, Lafourcade emplea unas pinceladas expresivas para capturar la energía del hipódromo, logrando un equilibrio entre la figuración y la sugerencia atmosférica.
En un contexto en el que las clases privilegiadas hacían ostentación de su poder y posición a través de su ocio y tiempo libre, las carreras de caballos se alzaron como una de sus actividades favoritas en las que apostar. El patrocinio por parte de las autoridades como Carlos II de Inglaterra y Luis XIV de Francia es la muestra del valor y consideración de este deporte en la sociedad. Las primeras carreras de caballos organizadas como competiciones oficiales se celebraron gracias al patrocinio de la nobleza.
Un periodo crucial para la consolidación de las carreras de caballos como deporte fueron los siglos XVIII y XIX. Fue en el siglo XVIII cuando se formalizó la cría selectiva de caballos. Además de su popularización en Francia gracias al impulso de Napoleón Bonaparte que promovió esta actividad debido a que se vio como una buena estrategia para mejorar la calidad de los caballos militares. Ya en el siglo XIX comenzó la construcción de los hipódromos modernos. Sin embargo, el periodo de máximo esplendor de este deporte se produjo en el siglo XX, expandiéndose a Latinoamérica, Australia, Japón y Medio Oriente. Las innovaciones tecnológicas permitieron la automatización de las apuestas y su retransmisión en televisión y radio, ampliando su audiencia mundial.