Descripción
Excelente pintura en la que se representa a un niño pequeño, de rostro sereno y mirada pícara, que sostiene con una mano una pelota, mientras con la otra acaricia o sujeta a un gran perro, probablemente un San Bernardo (raza típica en escenas de protección o compañía con niños). La composición establece un equilibrio entre ternura y protección, entre lo efímero del juego infantil y la fidelidad animal, atributos frecuentemente exaltados en el retrato decimonónico. La iluminación suave y los detalles meticulosos del vestuario y del pelaje del perro revelan la destreza técnica del artista, que se inscribe dentro del gusto burgués por los retratos íntimos y personalizados. Siguiendo una de las obras más reconocidas del artista francés Paul Martin (1821 – 1901). Obra de extraordinaria calidad, pues, a pesar del fondo neutro, el artista consigue generar espacio empleando una técnica cuidada y precisa.
Durante el siglo XIX en Francia, el retrato infantil adquirió una notable relevancia, no solo como manifestación del afecto familiar sino como signo de estatus y continuidad dinástica dentro de las clases altas y medias emergentes. Estas imágenes buscaban preservar la memoria de la infancia como una etapa idealizada, cargada de valores morales, pureza y domesticidad. En un contexto donde la pintura académica convivía con nuevas corrientes como el realismo y el impresionismo, el retrato de niños permitía una exploración sensible del individuo desde sus primeros años, contribuyendo a consolidar la imagen de la infancia como un territorio emocional y socialmente valioso.
En ocasiones se ha denominado al siglo XIX “El Siglo del Retrato”. Desde su mismo nacimiento, el retrato estuvo asociado a personajes dotados de un poder económico, social o político que deseaban mostrar y perpetuar, pero vivió su época dorada durante el siglo XIX, especialmente a lo largo del último tercio, pues se convirtió en una forma de distinción codiciada entre las personas que podían pagarlo. Se extendió a todo tipo de técnicas: pintura,escultura, medallística, miniatura, acuarela, dibujo, aguafuerte, litografía, fotografía… Además, la influencia de la fotografía y la aproximación de las artes al realismo llevó a representar las efigies con un naturalismo cada vez mayor.




























