Descripción
Pareja de grabados acuarelados “Le duc de Joyeuse” y “Le pere Joseph” realizados en la Francia del siglo XIX, con extraordinario marco de madera tallada. Estos elegantes marcos de madera tallada y dorada en estilo Luis Felipe reflejan la sobriedad y la delicadeza características de este periodo, que floreció durante el reinado de Luis Felipe I (1830-1848) en Francia. La combinación de líneas suaves y redondeadas, propias de la estética de la época, aporta una sensación de armonía y equilibrio frente a la forma rectangular de la pieza. El óvalo central, destinado a enmarcar los retratos, está rodeado por una intrincada decoración que fusiona motivos vegetales y a candelieri, y en el espacio entre el óvalo que guarda el retrato y la propia decoración del marco encontramos cuatro estrellas de cinco puntas, una en cada esquina, elementos que evocan la elegancia contenida de la burguesía en ascenso del siglo XIX. Este estilo será relegado por el estilo Napoleón III. Entre las dos estrellas inferiores de ambos marcos se lee una frase lo que posiblemente sea una referencia a los retratados, en uno de ellos “LE DUC DE JOYEUSE”, en el otro “LE PERE JOSEPH”.
Estos marcos, que guardan retratos de importantes miembros de la orden franciscana, provienen de una subasta celebrada en un castillo de Calvados en torno a 1889 por Charles de Montalembert, figura central del liberalismo católico en el siglo XIX. Descendiente de una noble familia de gran relevancia en la historia de Francia, Montalembert es particularmente conocido por su obra en la historia del cristianismo, especialmente por su defensa de la libertad religiosa y el papel del catolicismo en la sociedad. Fue un firme defensor de la libertad de prensa y de los derechos civiles, y participó activamente en la política durante la Revolución de 1848 y en la lucha por la libertad en el Imperio francés. Su linaje, que incluía conexiones con la familia Sade, reflejaba una combinación única de aristocracia y compromiso político. La conexión con este destacado político y pensador otorga a estas piezas no sólo un valor artístico, sino también una carga histórica que resalta el vínculo entre la nobleza, la cultura y la política de su tiempo. Este objeto, que trasciende su función decorativa, transporta la esencia de un legado familiar y político significativo.
En el reverso, escrito a mano se lee en ambos: “Acheté à la vente du duc Montalembert au château de Lafson (Calvados) le 24 sbre. 1885”, y en uno de ellos se añade “François le Clerc de S__mblay 1577-1636”. Estas referencias manuscritas dotan a estas piezas de un fuerte carácter histórico y gran originalidad.
Sobre François Leclerc du Tremblay, el padre Joseph
François Leclerc du Tremblay, más conocido como el padre Joseph o padre José de París, nació el 4 de noviembre de 1577 y falleció el 18 de diciembre de 1638. Gracias a su descendencia noble y sus estudios, pudo aspirar a un puesto privilegiado tanto en la sociedad como en la corte francesa. En su adolescencia viajó a Italia para comenzar una carrera militar. En 1597 sirvió como oficial en el asedio de Amiens y también formó parte de una embajada extraordinaria en Londres, sin embargo, en 1599, François Leclerc du Tremblay -conocido en ese entonces como barón Mafflieu- ingresó a la Orden de los Capuchinos de Orleans, donde renunció a sus privilegios y se convirtió en un ejemplo de devoción y empezó a darse a conocer tanto como reformador como evangelizador.
En 1606 colaboró con Antonieta de Orleans-Longueville, una religiosa perteneciente a la Abadía de Fontevrault, para crear la Orden de las Hijas del Calvario y redacta una obra devocional para esta comunidad. Poseía un gran fervor misionero, lo que le impulsó a enviar evangelizadores a territorios hugonotes para reconvertirlos al catolicismo.
El padre Joseph se integró en el ámbito político durante la Conferencia de Loudun, donde dio su apoyo a la reina María de Médicis y al legado del papa en oposición al galicanismo, consiguiendo así impedir que el parlamento y la nobleza lograran la separación de Roma.
Los cardenales usan una sotana y un tocado rojo, símbolo de su lealtad al papa -estas ropas también simbolizaban la voluntad de los cardenales de derramar sangre en nombre de la Iglesia y la fe-, sin embargo, algunos cardenales como Luciano Ponti, mostraron su humildad vistiendo una sotana gris. A estos cardenales se les conocería con el término de “eminencia gris”, lo cual significaba que eran personas modestas y discretas en el exterior, pero que en realidad son gobernantes en la sombra. El color gris ocultaba una simbología especial -poder detrás del poder-, se consideraba al padre Joseph como un hombre que creó un sistema para recolectar información mediante el espionaje y la manipulación, aunque para algunos estudiosos, el padre Joseph era simplemente un consejero que se dedicaba a cumplir con sus labores franciscanas. Aun así, tenía una peculiaridad que no pasa desapercibida y de la que no disponen personas ilustres similares, ya que el padre Joseph no era un simple consejero que buscaba su propio beneficio usando las ideas de los políticos a los que asesoraba, sino que también era un hombre que creía que sus ideas y acciones tenían una trascendencia política, social y mística. Este pensamiento definía esa dualidad del padre Joseph, ya que autores y estudiosos pensaban que eran claros signos de esquizofrenia -poseía esa humildad de un monje y a su vez la temeridad de un diplomático en momentos de guerra-.
La personalidad del padre Joseph llamó la atención del escritor británico Aldous Huxley, quien publicó un libro titulado “Eminencia gris”, centrado en François Leclerc du Tremblay. Ochenta años después de su publicación, el libro sigue dándonos información sobre la política, las relaciones internacionales y la geopolítica de la época.
El padre Joseph se convirtió en la mano derecha de Armand-Jean du Plessis de Richelieu (1585-1642), no solo era su empleado más importante, si no que entre ellos surgió una gran amistad. El padre Joseph intervino en muchas decisiones importantes, abogó por la intervención francesa en la Guerra de los Treinta Años y también formó parte de las negociaciones que terminaron con la Paz de Ratisbona en 1630.
No se puede dejar apartada la faceta literaria del padre Joseph, donde destaca su obra La Turciade, una epopeya en latín que se conoce con el epíteto de “la Eneida cristiana”. Está dedicada al papa Urbano VIII y en ella podemos ver como el padre Joseph vuelca su deseo de comenzar una cruzada que dé la libertad al pueblo griego y se libere del dominio turco.
Actualmente, gran parte de la población tiene una imagen del padre Joseph creada por Alejandro Dumas padre, pues en la novela “Los tres mosqueteros” se menciona al padre Joseph como una persona temida, ya que la mera mención de su nombre asustaba a la población.