Descripción
Exquisito óleo sobre lienzo en el que se representa un retrato masculino, firmado y fechado por Francesc Torrescassana en 1873. El hombre es representado en tres cuartos, con una expresión serena. Aparece elegantemente vestido, con la vestimenta propia de la época, una chaqueta negra sobre una camisa blanca y una pajarita o lazo también negro. Obra de extraordinaria calidad, pues, a pesar del fondo neutro, el artista consigue generar espacio empleando una técnica cuidada y precisa, que consigue representar de manera detallada los rasgos faciales del retratado. Conserva su marco original, de madera tallada, ovalado y revestido de dorado.
En ocasiones se ha denominado al siglo XIX “El Siglo del Retrato”. Desde su mismo nacimiento, el retrato estuvo asociado a personajes dotados de un poder económico, social o político que deseaban mostrar y perpetuar, pero vivió su época dorada durante el siglo XIX, especialmente a lo largo del último tercio, pues se convirtió en una forma de distinción codiciada entre las personas que podían pagarlo. Se extendió a todo tipo de técnicas: pintura, escultura, medallística, miniatura, acuarela, dibujo, aguafuerte, litografía, fotografía… Por otra parte, la influencia de la fotografía y la aproximación de las artes al realismo llevó a representar las efigies con un naturalismo cada vez mayor.
Sobre el autor: Francesc Torrescassana i Sallarés (1845-1918)
Torrescassana fue un pintor y crítico de arte catalán, discípulo de Martí i Alsina, de quien adoptó el estilo realista, y lo aplicó preferentemente al paisaje rural, género del que fue un destacado representante. Ambos artistas se conocieron en la escuela de la Llotja, en la que Martí Alsina era profesor desde 1852 y Torrescassana fue su alumno durante los cursos 1860-61 y 1863-64. Allí también estudió bajo la dirección de Claudi Lorenzale, uno de los grandes exponentes del romanticismo catalán. Continuó ampliando sus estudios en Roma y en París. Se dio a conocer en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid de 1864, obteniendo una mención honorífica, aunque no enfocó su carrera dentro de una especial competitividad, sino más bien centrando su actividad como un expositor regular en las sucesivas exposiciones colectivas de su tiempo.
La influencia romántica le marcó especialmente durante sus primeros trabajos, aunque pronto evolucionó hacia un estilo mucho más realista, dedicado a representar escenas cotidianas y paisajes, en particular del entorno rural y urbano catalán. Sus obras capturan con precisión y detalle la atmósfera de la vida diaria. Es, por tanto, una figura destacada en la transición de la pintura romántica a un estilo más realista, aunque su obra también muestra influencias del impresionismo, influencia de su estancia en París. Se le considera un testigo y cronista visual de su tiempo, pues muchas de sus obras reflejan la transformación social y urbana que estaba teniendo lugar en Cataluña en el siglo XIX. Destacó también en su faceta como retratista. En 1935 se celebró una exposición homenaje sobre el pintor en las barcelonesas Galerias Syra.