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El italiano Domenico Poloniato (1926-2013) nació en la provincia de Vicenza, y fue mucho más que un ceramista: fue un verdadero artista que transformó la porcelana en poesía escultórica. Su nombre resuena con fuerza en la tradición cerámica del norte de Italia, especialmente en la localidad de Nove, cuna de ceramistas, donde su legado sigue vivo entre hornos, moldes y esmaltes brillantes.

Desde muy temprana edad, Domenico respiró el arte del barro cocido. Con apenas 12 años, ya trabajaba junto a su padre como tornista en el taller familiar, donde comenzó a moldear no solo vasijas, sino también un estilo propio que más adelante lo convertiría en maestro de maestros. Su formación formal tuvo lugar en el renombrado Instituto de Arte Cerámico de Nove, donde no solo se perfeccionó como artista, sino que más tarde regresó como profesor. 

Poloniato destacó por su pasión por las esculturas de gran formato, la porcelana rica en detalles y una estética profundamente arraigada en la historia artística de Italia. Trabajó tanto con porcelanas blancas como con piezas esmaltadas, y fue un virtuoso en la creación de jarrones mayólicos que rescataban las técnicas tradicionales con un aire contemporáneo. Su firma, “D. Poloniato”, aparece en la mayoría de sus obras como un sello de autenticidad.

Las influencias venecianas de los siglos XVIII y XIX marcaron profundamente su producción. Sus figuras respiran el aire teatral del barroco tardío: rostros expresivos, gestos amplios, vestiduras onduladas con minuciosos pliegues, y una puesta en escena que recuerda tanto a las óperas italianas como a las procesiones religiosas. 

“Hombre veneciano” de D. Poloniato.

Entre sus obras más célebres se encuentra la emotiva serie en relieve “Via Crucis”, una reinterpretación tridimensional de las estaciones del calvario, cargada de espiritualidad y fuerza narrativa, que realizó para dejársela a sus hijos en forma de legado.

“Via Crucis”, D. Poloniato.

Uno de los aspectos más singulares del taller de Poloniato fue la creación de los enigmáticos Cuchi y Arcicuchi: objetos silbantes de gran tamaño que combinan arte, sátira y tradición. 

Los Cuchi, típicos de la tradición novesa, son figuras zoomorfas que producen un silbido al soplar, y en manos de Domenico se transformaron en verdaderas obras de arte. Muchos de ellos aparecen montados por soldados napoleónicos, una burla sutil que rememora las invasiones francesas en la región. En el dialecto veneciano, “Cuco” era un término despectivo, y así, los habitantes de Nove se vengaban simbólicamente de los invasores de Napoleón colocándolos en la parte trasera de estas figuras caricaturescas.

Estas piezas, cargadas de ironía y crítica histórica, llevaron el nombre de Poloniato y de su taller más allá de las fronteras italianas. Con el tiempo, su hijo Diego Poloniato tomaría el relevo, manteniendo viva la esencia del taller familiar y expandiendo aún más su influencia artística.

“Cuchi” de Diego Poloniato.

Pero su arte no se limitó al ámbito religioso. Domenico también se sintió profundamente atraído por el exotismo oriental, una fascinación que reflejó en su célebre colección de guerreros japoneses, esculturas de porcelana dorada o plateada que retratan samuráis en acción, empuñando el nodachi, una espada larga característica de Japón. Estas figuras, a medio camino entre la historia y la leyenda, han sido especialmente apreciadas por coleccionistas europeos y americanos, que valoran en ellas la fusión de la tradición nipona con la sofisticación técnica italiana.

“Guerrero japonés” de D. Poloniato.

Junto a estas, destacan también sus figuras femeninas esmaltadas, elaboradas en vivos tonos naranjas, rosas y azules, que aparecen tanto como esculturas ornamentales como en forma de lámparas de cerámica. Estas damas, de rostros serenos y posturas elegantes, capturan la feminidad con una sensibilidad única, casi pictórica.

En la tienda contamos con una de sus magníficas geishas japonesas. Realizada en porcelana y pintada a mano, con un llamativo traje tradicional estampado con flores de colores, donde destacan los rosas, azules y amarillos. Aparece arrodillada sobre una base que también está decorada, lo que le aporta un carácter más prestigioso. 

“Geisha” de D. Poloniato

Las esculturas de Domenico no solo se distinguen por su técnica impecable, sino también por su estructura sólida: bases pesadas y prominentes, pensadas para dar estabilidad a composiciones complejas y teatrales. En cada obra se percibe el equilibrio entre proporción, movimiento y ornamentación.

Gracias a su maestría, las obras de Poloniato han llegado a museos, colecciones privadas y galerías de todo el mundo, siendo admiradas por su mezcla de tradición e innovación. En un tiempo donde la cerámica lucha por mantener su lugar en el arte contemporáneo, Poloniato demostró que la arcilla, trabajada con talento, puede ser tan noble y expresiva como el mármol o el bronce.

A día de hoy, el nombre de Domenico Poloniato sigue siendo sinónimo de excelencia cerámica, de pasión artesanal y de sensibilidad artística. 

Fuentes: 

  • Confartigianato (2013, noviembre). Domenico Poloniato, ci ha lasciato il maestro ceramista.

DOMENICO POLONIATO, CI HA LASCIATO IL MAESTRO CERAMISTA – Confartigianato Vicenza

  • G. di Vicenza (2013, noviembre). Addio a Poloniato maestro dei cuchi e delle allegorie. 

Addio a Poloniato maestro dei cuchi e delle allegorie | G. di Vicenza

  • Vicenzanews Magazine. La tradición de la terracota, de padres a hijos.

La tradición de la terracota, de padres a hijos – Vicenzanews Magazine

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