Ampliamente reconocido como uno de los primeros pintores históricos más importantes del siglo XIX, Narcisse Berchère (1819- 1891) fue un pintor, grabador y litógrafo que pasó su infancia en la región de Etampes, donde cultivó desde muy temprano el arte del dibujo. Estudió en la Academia de Bellas Artes de París en el estudio de Théodore Rousseau y Corot, y siendo alumno de Charles-Caïus Renoux y Jean Charles Joseph Rémond, aunque parece haber sido más influenciado por los pintores de la Escuela de Barbizon que por sus mentores inmediatos.
Sus primeros paisajes tendían a ser oscuros y sobrios, mientras que la paleta se volvió más rica y brillante una vez que visitó la Provenza y Oriente Medio, empleando entonces parches de color aplicados de manera liberal y expresiva. Sus pinturas lo convierten en un maestro de la pintura orientalista, gracias a escenas captadas en sus extensos viajes a Oriente Medio. Ampliamente considerado como un orientalista, Berchère nunca se obsesionó con los detalles de vestimenta o la arquitectura islámica, sino que el interés principal del artista era la pintura de paisajes, a pesar de que también se sentía atraído por los temas de la vida cotidiana.
Viajó primero por Francia, España y Oriente Medio, donde su paleta se hizo más ligera y rica. Entre 1849 y 1850 visitó Egipto, Siria, Asia Menor, Turquía, Grecia (desde donde envió sus primeras pinturas) y Venecia. En 1856 pasó dos meses en Sinaí con León Belly y luego visitó el Bajo Egipto con sus amigos, el pintor Jean Léon Gérôme y el escultor Bartholdi, viajando por el valle del Nilo de julio a octubre.
En 1860, Ferdinand de Lesseps lo eligió como diseñador oficial de la Compañía del Canal de Suez, así tenía que recorrer en pintura las diferentes etapas de la perforación del canal, de manera que pudo observar de primera mano los duares (asentamientos de tiendas de campaña) característicos de la región. En 1865 escribió “Le désert de Suez: cinq moins dans l’isthme” (“Suez: cinco meses en el istmo desértico”), un relato de sus impresiones.
Expuso por primera vez en el Salón de 1843, donde fue bien recibido por el público. La obra gustó tanto que la revista L’artiste encargó una reproducción de su entrada de Salón en de 1844, “Paisaje con una escena dibujada de Gil Blas”, su primera litografía.
Su obra fue reconocida en 1855 con la Exposición Universal, donde obtuvo una medalla, la primera de ellas, incluyendo un bronce en la Exposición Universal de 1878, y un título de caballero de la Legión de Honor de 1870. En 1875 se convirtió en uno de los miembros fundadores del Museo del Grabado.
Tras muchos años viajando por el norte de África y Oriente Medio, se instaló en Asniéres-sur-Seine. Algunas de sus obras se conservan en el museo municipal de Étampes (Essonne).