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EL BLOG
DE FRAGONARD INTERIORS

El siglo XIX fue una época de grandes transformaciones tecnológicas y culturales en Europa. La Revolución Industrial permitió avances en la producción de bienes de consumo, democratizando el acceso a artículos que anteriormente eran exclusivos de la aristocracia. Entre estos productos se encontraban los juguetes, que evolucionaron desde simples figuras rudimentarias hasta elaboradas piezas de arte y mecánica.  

Las muñecas, en particular, fueron objeto de una refinada evolución. A medida que la sociedad burguesa se consolidaba, los juguetes se convirtieron en un reflejo del ideal de infancia promovido por la época: un periodo de inocencia y aprendizaje en el que las niñas debían prepararse para su rol en la sociedad. En este contexto, las muñecas dejaron de ser solo objetos de entretenimiento y adquirieron una función educativa, enseñando modales, vestimenta y roles de género.  

Niña con una muñeca y un sonajero. Léopold Lambert, ca 1900.

Francia, cuna de la alta costura y el refinamiento estético, se destacó en la fabricación de muñecas de lujo. A medida que el siglo XIX avanzaba, los fabricantes franceses perfeccionaron el uso de materiales como la porcelana biscuit (sin esmaltar), el cuero y la madera articulada, creando muñecas de un realismo sorprendente.  

Pero el verdadero salto tecnológico vino con la incorporación de mecanismos de cuerda y movimiento. Inspirados en la relojería y la ingeniería de los autómatas del siglo XVIII, los fabricantes franceses desarrollaron muñecas autómatas, capaces de moverse, tocar instrumentos, peinarse o realizar gestos que las acercaban aún más a la vida real. Estas muñecas no eran solo juguetes: eran obras de arte mecánicas que fascinaron a la sociedad de la época y que hoy son piezas codiciadas por coleccionistas.  

Las muñecas autómatas combinaban tres elementos clave:  

  1. Artesanía en porcelana y textiles: Los fabricantes franceses alcanzaron un nivel de detalle extraordinario en los rostros y vestimenta de sus muñecas. Sus expresiones eran delicadas y sus vestidos, elaborados con materiales de alta calidad como seda, encajes y terciopelo, reflejaban la moda de la época.  
  2. Mecanismos de relojería: Incorporaban sistemas de engranajes y muelles de cuerda que les permitían realizar movimientos suaves y coordinados. Algunos incluso incluían pequeñas cajas de música.  
  3. Innovación en la expresión: No se trataba solo de movimiento, sino de capturar gestos humanos: una muñeca podía empolvarse el rostro, tocar un piano o lanzar un beso.  
Pequeño tamborilero. Léopold Lambert, ca 1895.

Entre los fabricantes más destacados en este arte encontramos a Pierre y Émile Jumeau, François Gaultier y Léopold Lambert, cuyos diseños marcaron la historia de las muñecas de lujo.  La casa Jumeau, fundada en 1842 por Pierre François Jumeau, comenzó produciendo muñecas de papel maché con cabezas encargadas a fábricas especializadas como Barrois y Gaultier. Sin embargo, el gran salto de calidad llegó con su hijo Émile Jumeau, quien introdujo las muñecas de porcelana biscuit y creó el icónico modelo Bébé Jumeau en 1877.  

Las muñecas Jumeau se distinguían por contar con cabezas de biscuit con una expresión dulce y natural, ojos de cristal soplado, en tonos azul o marrón, con efecto de profundidad, cuerpos articulados, fabricados en madera o composición con hasta ocho puntos de movilidad, cabello de mohair tibetano o cabello natural, peinado con rizos y adornos de la época y vestidos de lujo, con telas finas y costuras meticulosas, reflejando la moda parisina.  

Uno de los modelos más emblemáticos de Jumeau fue la Tête Jumeau, una muñeca autómata que combinaba la belleza de la porcelana con la sofisticación de un mecanismo de cuerda.  Fabricada en madera y porcelana policromada, con brazos articulados y rostro de biscuit, con ojos de cristal azul. Al activarse su mecanismo musical, levantaba una esponja para empolvarse el rostro mientras se miraba en un espejo de hueso. La base de terciopelo escondía el mecanismo interno.  

A finales del siglo XIX, Jumeau se enfrentó a la competencia de los fabricantes alemanes, que ofrecían muñecas más económicas. En 1889, la empresa se integró en la Société Française de Fabrication de Bébés et Jouets (SFBJ), manteniendo el nombre pero con una producción más industrializada,lo que marcó el inicio del declive de la marca en cuanto a calidad y exclusividad.  Desde 1860, François Gaultier fue uno de los principales fabricantes de cabezas de muñecas en Francia. Su especialidad eran las Poupées de Mode, muñecas diseñadas como maniquíes para exhibir la moda de la época.  

Algunas de las características de las muñecas Gaultier, son cabezas de biscuit con acabado mate, para un realismo excepcional, cuerpos de cuero articulados, con brazos de porcelana o cabritilla, bustos de cuello giratorio, para mayor expresividad, o, vestidos refinados, con accesorios como sombrillas y abanicos.  Las muñecas Gaultier eran tan apreciadas que muchas compañías, como Gesland, Jullien y Simonne, adquirían sus cabezas de muñeca para incorporarlas en sus propias creaciones. En 1916, Gaultier se unió también a la SFBJ, lo que marcó una nueva etapa en la producción de muñecas en Francia.  

Si bien Jumeau y Gaultier se enfocaron en la perfección estética de las muñecas, Léopold Lambert llevó la innovación un paso más allá al especializarse en muñecas autómatas con movimiento realista, realizaban acciones sorprendentes, como tocar instrumentos, escribir cartas o peinarse frente a un espejo.  Léopold Lambert desde una temprana edad mostró un gran interés por la creación de piezas de arte con  diversos materiales y aquel que le formó como maestro en la producción de autómatas fue Gustav Vichy. Ya dominado el oficio, Lambert abrió su propio negocio en el que vendió productos de lujo, muñecas, autómatas, entre otros. 

Mujer tocando el violin. Gustav Vichy, ca 1875.

En este negocio  colaboró con su esposa, que confeccionó hermosos vestidos y trajes para las muñecas. Las piezas que tuvieron mayor  éxito fueron los autómatas, destacando una que fue expuesta en la Exposición Universal de 1900.Uno de sus autómatas más célebres es la «Coquette au Miroir» (1880), una muñeca que, posee una cabeza de Jumeau con ojos de cristal azul. Realiza cuatro movimientos coordinados: mueve los brazos y la cabeza al mirarse en el espejo. Incluye un mecanismo musical con el sello «Blue Beard Walks». Está vestida con ropa y peluca originales del siglo XIX.  

Estas muñecas autómatas no eran sólo juguetes, sino que también formaban parte de espectáculos en ferias y salones de alta sociedad, donde maravillaban con su realismo. Las creaciones de Lambert fueron exhibidas en exposiciones y ferias internacionales, dejando a los espectadores maravillados por su realismo.  A medida que avanzaba el siglo XX, la introducción de nuevos materiales como el celuloide y el plástico transformó la industria de las muñecas. Lo que antes era un proceso artesanal, pasó a la producción en masa, reduciendo costos pero también la exclusividad y calidad de los materiales.  

Hoy en día, las muñecas Jumeau, Gaultier y Lambert son altamente valoradas por coleccionistas, con piezas que pueden alcanzar miles de euros en subastas. Sus rasgos exquisitos y sus mecanismos innovadores las han convertido en símbolos de la perfección artesanal del siglo XIX.  En la actualidad, estas muñecas son piezas de colección altamente valoradas, con ejemplares que pueden alcanzar precios astronómicos en subastas. Su belleza y sofisticación siguen fascinando a los amantes de la historia y la artesanía, logrando así permanecer vivo en los corazones de los coleccionistas, la historia del arte y la juguetería.

Esta pieza está constituida por ricos materiales como porcelana en partes como la cabeza y extremidades; raso de color champagne para la vestimenta, acompañada por un sofisticado encaje floral y geométrico y lazos de terciopelo rosa. El cinturón es listón rosado que cuenta con un detalle de encaje con hilos de tonalidades pastel, a un lado, un lazo y rematando la espada, otro lazo de mayor tamaño.

Su pelo es cabello natural, de un tono rubio cenizo recogido en dos lazos. Sus ojos son de pasta vítrea azulada, aportando cierto brillo y realismo a la muñeca, inclusive humanizándola. Su rostro es inexpresivo, y tanto las cejas como las pestañas, mejillas y labios están pintados, estos últimos con un tono rosado. 

La pieza está datada en torno a 1880-1895 debido a la forma en que se pintan las pestañas. Son unas pestañas que rodean todo el ojo, mientras que aquellas de épocas posteriores en torno al 1900 presentan una sola fila de pestañas y en ocasiones cuentan con pestañas postizas con ojos articulados.

Se podría decir que es el mismo modelo que la ¨Coquette au miroir¨ al describir el mismo movimiento y portar los mismos elementos en las manos. Cuenta con accesorios varios como un espejo, una esponja y una hermosa peineta, todos ellos removibles. El espejo resulta realmente interesante, pues cuenta con una foto de un hombre, como si se tratase de su enamorado, aquel por el que se empolva la cara. Los materiales principales de este espejo son la madera y el latón que recubre la impresión y el espejo, recubiertos por lazo. 

Bajo su vestido lleva unas medias de color café bajo unos pololos color crema con detalles de encaje. Lleva también unos zapatos rosas con lazos rematados por brillantes cosidos a estos. La ¨esponja¨ está hecha de algodón rosado y está rematado por una pluma del mismo color. En cuanto a la peineta, se trata de una estructura de bronce/latón con un diseño vegetal simétrico rematado por una sucesión de puntas esmaltadas de color blanco y negro. 

Cuenta también con brillantes de color verde engarzados en garras compartidas y otro de mayor tamaño de color rojo. A cada lado de la peineta cuelga un medallón de latón con patrones. También se emplean materiales como la madera encolada con terciopelo rojo y lazo para la base de la pieza, donde se esconde el mecanismo que le da vida. Este mecanismo no solo permite que se mueva, también toca una bella canción  El movimiento que describe el autómata es un leve movimiento de cabeza, simulando que se mira al espejo. También mueve ambos brazos de arriba a abajo, de forma que da la impresión que se retoca su maquillaje y voltea a mirarse en el espejo de forma muy coqueta.

En este blog encontrarás contenido de interés para ti, apasionad@ del arte.

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